8.1.12

Las palabras escondidas.

Tienes que saber que mi cielo hoy estaba precioso. Lleno de nubarrones que parecían pintados por Van Gogh a trazos dulces. Entre todos ellos (como cobijada) lucía la Luna. No como crees que me gusta, sino como me gusta en realidad. Redondísima y muy, muy blanca. Nada de amarillos ni de sonrisas menguantes. No hoy. 
Mi cielo se componía por miles de ovejas negras gigantes abrazadas. Tejiendo una red de algodón entre la cual se colgaba esa Luna que a base de ser tu preferida crees que me disgusta.
Quiero aparecerme a tu lado. Ahora mismo. Para describirte el cielo tal y como lo veía mi mirada de pensar en ti de reojo. 
Porque realmente estaba precioso mi cielo hoy y yo del tuyo no sé nada. 








Mi chica tiene la sonrisa radiante. Cuando (su sonrisa) recuerda lo enamorada que está de mí parece querer salir de su cara a besarme. Tiene lunares en ambos hombros. Se llevan muy bien con mi cabeza de querer reposar en su respirar suave. Su voz es un bálsamo. Sube y baja en ondas siempre cargadas de actividad. Sólo mengua despacito cuando me llama vida. Me llama vida, sí. Para calmarme. Para llenarme por dentro cuando me vacío en algún descuido.

2 comentarios:

  1. Joder... (Sí, me ha salido así al acabar de leer el texto.)

    ResponderEliminar
  2. ¡Espero que sea por que te ha gustado!

    Un beso.

    ResponderEliminar