12.7.12

Nietzsche sobre Heráclito.

"¿Existe culpa, injusticia, contradicción y dolor en este mundo? ¡Sí!, exclama Heráclito, pero sólo para el hombre de inteligencia limitada que ve únicamente lo separado, y no la unidad; y no para el dios. Para éste, todas las cosas y sus contrastes, los contrarios, no conforman más que una totalidad armónica, invisible para el ojo del hombre común pero comprensible para quien, como Heráclito, es semejante al dios contemplativo. Ante su ardiente mirada no queda ni una gota de injusticia en el mundo que se expande a su alrededor; incluso Heráclito superará aquella dificultad cardinal (¿cómo es posible que el fuego puro pueda adoptar formas tan impuras?) mediante una metáfora sublime. Un regenerarse y un perecer, un construir y destruir justificación moral alguna, sumidos en eterna e intacta inocencia, sólo caben en este mundo en el juego del artista y del niño. Y así, del mismo modo que juega el artista y juega el niño, lo hace el fuego, siempre vivo y eterno; también él construye y destruya inocentemente; y ese juego lo juega el eón "consigo mismo". Metamorfoseándose en agua y en tierra, lo mismo que un niño construye castillos de arena junto al mar, un fuego eterno construye y destruye y de época en época el juego comienza de nuevo. Un instante de saciedad; luego, otra vez le acomete la necesidad tal y como al artista le oprime y le obliga el deseo de crear. No es el ánimo criminal suscitado por la saciedad sino el animo incesante de jugar el que da vida nuevamente a los mundos. El niño se cansa de su jueguete y lo arroja de su lado o de inmediato lo toma de nuevo y vuelve a jugar con él, según le dicta su libre capricho. Mas en cuanto construye, no lo hace a ciegas, sino que ensamba, adapta  edifica conforme a leyes, siguiendo un patrón, y conforme a un orden intimo. "


Friedrich Nietzsche: La filosofía en la época trágica de los griegos. 











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